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El respaldo de Mas-Colell a la dirección publica profesional.


En “Los directivos públicos que nos convienen” publicado el pasado 3 de agosto en el diario “Ara”[1] el economista y profesor[2] Andreu Mas-Colell, defiende con claridad y acierto la institución de la dirección pública profesional en las Administraciones de Cataluña.
Quiero resaltar la noticia porque hay connotaciones especiales en ella. Evidentemente es uno  más de los respaldos que vienen expresando académicos de aquel territorio  - que tiene la gran ventaja de contar con profesores de la talla de Longo, Ramió, Jiménez Asensio, Salvador… – y nada nuevo en el continuo de su sociedad civil - liderada en este ámbito por la associació catalana de gestió pública – e incluso de iniciativas – eso sí, non natas – de sus gobiernos, en los sucesivos proyectos y/o planes de reforma que vienen acometiendo.
La primera connotación especial es que Mas-Colell no es solo un académico, sino que ha sido uno de los políticos más influyentes en Cataluña durante algunos años y, por desgracia, con ese perfil, no encontramos muchos casos de un respaldo tan abierto a la dirección pública profesional.
La segunda es que vincula claramente eficiencia y dirección pública profesional: “La buena gestión económica pide buenos directivos (…)En una gran empresa no es suficiente que el gestor sea competente. Conviene que sea el mejor posible. Si no es así y la empresa es privada, tal vez el mercado lo arreglará. Pero si es pública, la pérdida respecto al máximo potencial puede ser grande y acumulativa (…).
La tercera es que afina extraordinariamente a la hora de seleccionar: “el criterio no debe ser tampoco el de elegir los mejores gestores de entre los que comparten las ideas políticas de quien lo nombra. Es evidente que cuanto más limitado sea el conjunto de directivos aceptables, más calidad gestora sacrificamos. Y esto tiene consecuencias (…)”.
Mas-Colell reflexiona sobre las formulas para seleccionar directivos, desde la ENA “(…)  un modelo demasiado cerrado. Empequeñece enormemente el universo de candidatos posibles. Si hay uno excelente que no es graduado de nuestra ENA pero lo es, por ejemplo, de la Woodrow Wilson de Princeton, o del Collège de Europe de Brujas, ¿debe quedar fuera?” (…) si todos los directivos públicos salen de la misma escuela, la formación de núcleos endogámicos puede ser inevitable (…)”, hasta las experiencias de Chile y  Portugal, como (…) modelos más abiertos: convocatorias públicas, definidas por consejos y agencias independientes, comisiones evaluadoras formadas por expertos reconocidos, utilización de empresas de selección de directivos y, finalmente, presentación de ternas al autoridad política. No tengo ninguna duda de que las cosas deberían ir por ahí (…).
Y finalmente, aborda con claridad el delicado asunto de las compensaciones: (…) “la consideración central es que la escala retributiva de los directivos públicos no debe articularse en una única escala con la de los cargos políticos. Es un gran error establecer normas del estilo que ningún directivo público puede ganar más que el presidente del gobierno. Es mezclar indebidamente dominios diferentes. La escalera política afecta a las personas vocacionalmente políticas y tiene su propia lógica. Que no puede ser, en absoluto, la del directivo público, al que, precisamente porque queremos profesional, se compensará en su contexto natural, que típicamente será el de mercados en gran medida privados e incluso internacionales (…).
No cabe duda de que algo se está moviendo.

Fernando Monar es miembro de la Asociación de Dirección Pública Profesional @AsocDPP




[2] Catedrático emérito de la Universitat Pompeu Fabra y de la Barcelona Graduate School of Economics, y presidente del Barcelona Institute of Science and Technology. 


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